Giordano Bruno (1548-1600) fue un astrónomo, filósofo, teólogo y poeta italiano.
Sus teorías cosmológicas superaron el modelo copernicano, pues sostuvo que el Sol era una estrella y que el universo debía contener un infinito número de mundos habitados por animales y seres inteligentes. Miembro de la Orden de los Dominicos propuso en el campo teológico una forma de panteísmo, lo cual difería de la visión cosmológica sostenida por la cristiandad.
Además de estos razonamientos, sus afirmaciones teológicas también fueron causa de su condena, que lo llevaron a ser ejecutado por las autoridades civiles de Roma después de que la Inquisición romana lo declarara culpable de herejía.
Fue quemado vivo en la hoguera.
Su poema:
Decid, ¿cuál es mi crimen? ¿Lo sospecháis siquiera? Y me acusáis, ¡sabiendo que nunca delinquí! Quemadme, que mañana, donde encendáis la hoguera, Levantará la historia una estatua para mí. Yo sé que me condena vuestra demencia suma, ¿Por qué? ... Porque las luces busqué de la verdad, No en vuestra falsa ciencia que el pensamiento abruma Con dogmas y con mitos robados a otra edad, Sino en el libro eterno del Universo mundo, que encierra entre sus folios de inmensa duración los gérmenes benditos de un porvenir fecundo, basado en la justicia, fundado en la razón. Y bien, sabéis que el hombre, si busca en su conciencia, la causa de las causas, el último por qué ha de trocar muy pronto, la Biblia por la ciencia, los templos por la escuela, la razón por la fe. Yo sé que esto os asusta, como os asusta todo, todo lo grande, y quisierais poderme desmentir. Más aún, vuestras conciencias, hundidas en el lodo de un servilismo que hace de lástima gemir… Aún allá, en el fondo, bien saben que la idea, es intangible, eterna, divina, inmaterial… Que no es ella el Dios y la religión vuestra Sino la que forma con sus cambios, la historia universal. Que es ella la que saca la vida del osario la que convierte al hombre, de polvo, en creador, la que escribió con sangre la escena del calvario, después de haber escrito con luz, la de Tabor. Mas sois siempre los mismos, los viejos fariseos, Los que oran y se postran donde los puedan ver, fingiendo fe, sois falsos llamando a Dios, ateos ¡chacales que un cadáver buscáis para roer!… ¿Cual es vuestra doctrina? Tejido de patrañas, vuestra ortodoxia, embuste; vuestro patriarca, un rey; leyenda vuestra historia, fantástica y extraña. Vuestra razón la fuerza; y el oro vuestra ley. Tenéis todos los vicios que antaño los gentiles Tenéis las bacanales, su pérfida maldad; como ellos sois farsantes, hipócritas y viles Queréis, como quisieron, matar a la verdad; Mas… ¡Vano vuestro empeño!…Si en esto vence alguno; soy yo porque la historia dirá en lo porvenir; “Respeto a los que mueren como muriera Bruno” Y en cambio vuestros nombres… ¿Quién los podrá decir?
¡Ah!…Prefiero mil veces mi muerte a vuestra suerte; Morir como yo muero…no es una muerte ¡no! Morir así es la vida. Vuestro vivir, la muerte. Por eso habrá quien triunfe, y no es Roma ¡Soy Yo! Decid a vuestro Papa, vuestro señor y dueño, Decidle que a la muerte me entrego como un sueño, porque es la muerte un sueño que nos conduce a Dios… Más no a ese Dios siniestro, con vicios y pasiones que al hombre da la vida y al par su maldición, Sino a ese Dios-Idea, que en mil evoluciones da a la materia forma, y vida a la creación. No al Dios de las batallas, sí al Dios del pensamiento, al Dios de la conciencia, al Dios que vive en mí, Al Dios que anima el fuego, la luz, la tierra, el viento, Al Dios de las bondades, no al Dios de ira sin fin. Decidle que diez años, con fiebre, con delirio, Con hambre, no pudieron mi voluntad quebrar, Que niegue Pedro al Maestro Jesús, que a mí ante el martirio, de la verdad que sepa, no me haréis apostatar. ¡Mas basta!… ¡Yo os aguardo! Dad fin a vuestra obra, ¡Cobardes! ¿Qué os detiene?… ¿Teméis al porvenir? ¡Ah!…Tembláis…Es porque os falta la fe que a mí me sobra… Miradme…Yo no tiemblo… ¡Y soy quien va a morir!…
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